14 de marzo de 2009

Orlando, ¿quién teme a Virginia Woolf? 1928-1992

En el año 1992, L trajo a clase una cinta de vídeo en la que, escrito con Edding, ponía Orlando. Jimmy Sommerville salía cantando. Ahora releo. Las cosas fluctúan. Los días traen nuevas ideas, como las olas que el surfista calibra desde la orilla, monta o deja pasar de largo hasta que rompen. He dirigido ejércitos, he sido el último soldado. He sido mujer, he sido hombre. Los días varían, se convierten en siglos, mi corazón se tapiza en William Morris, mi mente pasea por el Imperio Turco. Veo y es lo mismo que pensar lo que miro. Agua, brillo, invento. Yo sí puedo decir que he vivido. Soy la princesa Sasha, soy el explorador Shelmerdine soy un noble soy un viajero soy un escritor de la crónica. Me duermo amanezco doy a luz: es niña. No sólo lo almodovariano es transgenérico. Los romances son un agua que desciende y sobresale. Correr tras el suelo que piso, cuál es mi viaje si soy yo mismo el que dice, el que ve y el que nombra. De Ariosto a Tilda Swinton en armadura. El tiempo es un truco. A critic´s holiday. The Great Frost, un invierno especialmente duro. Yo sí necesito 7 días de sueño.

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